Aunque no se pueda enseñar a escribir, lo que sí es posible es aprender a escribir, o, mejor dicho, se pueden adquirir recursos o resortes para escribir mejor y, lo que es quizá más decisivo, la distancia crítica suficiente para valorar lo que uno mismo hace. Por todo ello un taller de escritura poética ha de tener como premisa clave el objetivo de activar en los participantes un proceso a través del cual cada aprendiz de escritor logre mirar sus versos con mayor severidad, sin ninguna clase de complacencias y, además, amplíe el registro de sus procedimientos de escritura. (José Carlos Rosales, Declaración previa).