Hacia el siglo VI a.C., apareció una obra de cinco ideogramas: El Libro de la Vía y de su Virtud, el Tao Te King, que iba a dejar una profunda huella en la espiritualidad china y que se convertiría en uno de los mayores clásicos de la literatura mundial, a semejanza de La Biblia o El Corán. Casi nada se sabe sobre su autor, Lao Tse, el viejo maestro: este personaje legendario no nos ha dejado más que unas cuantas palabras llenas de sabiduría y la narración, hecha por otros, de situaciones en las que habría intervenido. Toda la obra se basa en el concepto del Tao, lo sin forma, lo sin nombre, la constante eterna, indistinta, que sería la energía fundamental que sostiene el universo y su movimiento.