La versión de los poderes fácticos es que la globalización genera un círculo virtuoso de prosperidad a la que los inmigrantes deben acceder de manera «ordenada», y que alcanzará a los países y regiones más pobres. Contemplados desde el punto de vista de las gentes del «Sur», de un «Sur» más simbólico que estrictamente geográfico, estos argumentos no resultan convincentes. Los escritos que aquí se reúnen, precisamente, pretenden impugnarlos desde un triple punto de vista.
Desde una perspectiva sociológica que revela el abismo entre el trabajo y la aportación cotidiana de los inmigrantes y el trato discriminatorio que reciben en el ámbito laboral, educacional, habitacional o sanitario. Desde un punto de vista jurídico, que constata cómo ese trato vulnera la propia legalidad constitucional e internacional. Finalmente, desde una perspectiva filosófico política para la cual la única alternativa realista a la actual degradación violenta de las condiciones de vida en los países emisores y receptores de migración es el reconocimiento efectivo de la libertad de circulación y la implantación progresiva de una ciudadanía de residencia basada en el principio de que, en materia de derechos, los que habitan en un lugar son de ese lugar.