"Estamos ahora llenos tú y yo de colibríes, de estaño luminoso que los poetas llaman ilusión, de perfectos juegos azules y de fuegos sutiles. Llegamos una noche lloviznada a nosotros, devastados por la inclemente soledad, pronunciados por sueños y por flores, para brindarnos perplejos el acto del amor. La vida, para entonces, estaba cubierta de hojalata y de hollín. Los brujos preconizaban la muerte desde los púlpitos del mundo, mientras filósofos sordos y matemáticos ciegos (en hordas) nos negaban el derecho a ser juntos una mágica porcelana de sajonia. La caricia nueva nos repetía desquiciada. Se nos trepaba embriagada y danzarina a las manos, a los labios, a los cuerpos; y nos redimía de censuras y cementerios. Aprendimos a ser felices, a espaldas de la conciencia. Aprendimos a ser la única geografía el uno del otro; para quedarnos para siempre los dos en los dos?.