Para Crowley, la magia se encontraba íntimamente ligada a la voluntad humana y llegó a creer que tanto él como sus discípulos podían ejercer control sobre casi cualquier cosa mediante el solo empleo de la voluntad. Sin embargo, lo que le convirtió en carne de cañón de los tabloides británicos fue su utilización del sexo como fuerza creativa necesaria para realizar su trabajo, manteniendo relaciones sexuales con cientos de mujeres y hombres de todo el mundo.
En esta biografía Martin Booth relata, sin emitir juicios de valor, los hechos reales de la vida del ocultista, poeta, novelista, bisexual y consumidor de estupefacientes, dejando que el lector decida por sí mismo si se trataba de un charlatán degenerado o de un auténtico mago.