Argumento de Strangeland
Tracey Emin ha convertido su día a día en una obra de arte gracias a piezas como Everyone I Have Ever Slept With (1963-1995) o My Bed, en las que ha mostrado de la manera más directa y provocadora los rincones más íntimos de su vida privada. A veces sucede que, de nuestros amigos y familiares, apenas conocemos nada, pero en el caso de Emin, quien haya querido enterarse de las circunstancias de su existencia, de sus relaciones sexuales y de sus encontronazos con colegas, ha podido hacerlo prolijamente tanto en las galerías de arte como en las columnas de cotilleos más variopintas de la prensa británica. ¿Qué aporta Strangeland, pues, a su historia? Palabras, muchas más palabras de las que caben en una instalación, una performance o una pieza de museo. Strangeland es el relato íntimo de su vida, desde su más tierna infancia hasta la etapa de la madurez, en la que Emin ha dejado de ser una enfant terrible del arte entendido como fuerza de choque para acabar figurando en el elenco de personalidades distinguidas de la Royal Academy of Arts británica. Sin pelos en la lengua, este libro funciona también como el diario íntimo de una personalidad exhibicionista: estas son unas memorias bañadas en alcohol, recubiertas de dinero, sexo y escándalos, y a la vez explicadas con un lenguaje cercano y enternecedor que resalta la humanidad que reside en este genio de la provocación y la polémica. Como ella resume en una línea cortante como un cuchillo: «Aquí estoy: una bella mujer loca, jodida, anoréxica, alcohólica y sin hijos. Jamás soñé que las cosas sucederían así».0