Pero el destino puso de nuevo en su camino a su primera maestra, Aurita, que, sin saberlo, se encuentra en peligro. Y lo que parecía un plan perfecto se ve desbordado por la cruda realidad, mucho más dramática de lo que jamás hubiese imaginado. Y la tensión crece y los acontecimientos se precipitan, y cada vez que vuelve la calma se abre un nuevo frente.
Strakas no es un personaje amable. Sus defectos no mueven a compasión y su idea de la moral es muy personal, pero precisamente por eso termina resultando un personaje muy real y cercano. Todos somos un poco Strakas, para bien y para mal.
Ninguno de los personajes es demasiado tierno ni fácil, pero todos ellos sueñan... Y para conseguir sus sueños pueden uncirse en el lodo o ascender al cielo, porque son los sueños los que mueven el mundo real. Un mundo real de corrupción, intriga, crimen, pasión...
Esta novela desvela las miserias del ser humano pero también su mejor cara, produciendo en el lector una montaña rusa de sensaciones que lo atrapan y hacen que el desenlace se haga desear...