En todo el mundo, y especialmente en el ámbito anglosajón, se multiplican las iniciativas para aumentar la exposición de los niños y niñas a la ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas (STEM), y fomentar así las vocaciones científico-tecnológicas. Invertir en educación STEM se ha convertido en sinónimo de innovación, y los juguetes STEM copan las listas de los más vendidos, tal vez porque las carreras científicas se perciben como una alternativa de empleabilidad atractiva.
Sin embargo, cabe preguntarse si la educación STEM que se está practicando responde realmente a los retos a los que se enfrenta la ciencia y la educación científica en la actualidad.