Argumento de Sombras en el Infinito
Publicar un libro de poesía siempre entraña un riesgo. La poesía se hace para uno mismo y al acercarla a los demás siempre se corre el peligro de no ser entendidos o ser malinterpretados. Por otro lado, el concepto, la idea que tenemos cada uno de nuestra realidad es distinta y, consecuentemente, la percepción que cada uno tenemos de la belleza y de las pasiones que nos mueven ha de ser por fuerza distintas. No busco con esta pequeña aclaración sino pedir un poco de comprensión al lector para que no juzgue con demasiada dureza estos versos que no buscan hacerse ningún hueco en el Parnaso de los elegidos. Muy al contrario, están escritos con la única intención de hacer tiempo y probar mi pericia intentando ajustar mi pensamiento a las musicales rigideces de la métrica. Como tal, están escritos en momentos de ocio y de pena, pues la melancolía es la madre de la poesía.1