Argumento de Sombras de Agua
La niebla de invierno difuminaba la estampa de una ciudad nacida de las aguas. La famosa nebbia veneciana borraba no solo los reflejos sino los propios edificios, dotando al lugar de una intemporalidad sobrecogedora. Asomados a la proa del galeón, los orificios nasales de don Fernando y de Pelayo recibieron el azote de las algas heladas de la laguna. A medida que se acercaban a la orilla, esa silueta dibujada por las cúpulas de las iglesias y las chimeneas de los tejados se mostraba más insinuante, pero no por ello menos enigmática.
Para cuando aquella urbe anfibia quiso perfilarse, la vista de cuantos la contemplaban por primera vez se encontraba tan embriagada que apenas podía asimilar las formas y colores que iban asentándose en el paisaje. No fue el sol sino un grumete con su campana quien cantó las doce del mediodía antes de dar las gracias al cielo por arribar sin contratiempos.
Un nuevo caso del doctor Fernando de Zúñiga, un nuevo thriller histórico magníficamente ambientado en al España de finales del siglo XVII.1