La séptima encíclica del pontificado de Juan Pablo II entronca con la doctrina social de su antecesor, Pablo VI, y aborda los nuevos problemas del hombre de hoy. La justicia social, los derechos humanos, el equilibrio ecológico y la dignidad de la persona humana son algunos de los aspectos que se subrayan con más fuerza en esta carta encíclica.
La tesis central del texto papal radica en que la tierra pertenece a todos los hombres y todos tienen derecho a sus bienes y recursos. Las tres partes principales de la encíclica se basan en una preocupación: la situación actual del mundo y la precaria condición humana, y en un principio: la concepción ecuménica del mundo resumible en el concepto de que la tierra es de todos. El Papa hace una llamada a los gobernantes en torno a la injusta distribución de los recursos y aboga por un equilibrio entre los países ricos y los pobres.La séptima encíclica del pontificado de Juan Pablo II entronca con la doctrina social de su antecesor, Pablo VI, y aborda los nuevos problemas del hombre de hoy. La justicia social, los derechos humanos, el equilibrio ecológico y la dignidad de la persona humana son algunos de los aspectos que se subrayan con más fuerza en esta carta encíclica.
La tesis central del texto papal radica en que la tierra pertenece a todos los hombres y todos tienen derecho a sus bienes y recursos. Las tres partes principales de la encíclica se basan en una preocupación: la situación actual del mundo y la precaria condición humana, y en un principio: la concepción ecuménica del mundo resumible en el concepto de que la tierra es de todos. El Papa hace una llamada a los gobernantes en torno a la injusta distribución de los recursos y aboga por un equilibrio entre los países ricos y los pobres.