Argumento de Soles. Eguzkiak
Aparte de claros afectos por la magia sucinta del haikú japonés, o adherencias superrealistas, la poesía de Javier A. Gandarias quiere alejarse de otras referencias que no sean las búsquedas personales. Cuando al fin abandona la exploración íntima, este empeño toma cuerpo externo en palabras muy refinadas, de delgadez casi espiritual, también idóneas para el juego disimulado. La brevedad de las composiciones interrumpe cierta respiración pactada con el lector y suscita una intensidad que continúa más allá de la página. Cada poema se convierte en miniatura infinita. 'Crear es quitar' dijo Jorge Oteiza, y no resulta difícil definir el significado profundo de tal sentencia privada. Quizás Gandarias comprenda bien cuánto ahonda esa sabiduría del escultor.1