Sofía Vasilievna Korvin-Krukovski Kowalevsky se sintió atraída por las matemáticas desde muy joven, pero para poder estudiarlas tuvo que vencer la oposición de su familia, que consideraba que su estudio no era apropiado para una joven.
Se vio obligada a aceptar un matrimonio de conveniencia para así poder salir de Rusia y tener acceso a una educación de nivel superior. Tampoco en Alemania las cosas estaban mucho mejor, pero Karl Weierstrass le dio clases privadamente y dirigió su tesis doctoral. Gracias a la intervención de Mittag-Leffler conseguiría una plaza de profesora en Estocolmo, donde desarrollaría la parte más importante de sus investigaciones matemáticas.