Así comienza esta novela, a medio camino entre la metaliteratura y la novela negra, cuya acción avanza a través de un extraño triángulo de personajes: Gregorio Morel, poeta galardonado con el Nacional de Poesía, quien desaparece tras el salvaje asesinato de su esposa, Blanca Valmaña; Roberto Marcos, escritor frustrado y amigo del poeta, que entrará en una desconcertante crisis personal que le conducirá al alcoholismo, al conocer la desaparición de su amigo y Xavier Reixach, joven con aspiraciones literarias que, tras viajar a París en busca de su sueño parisino, terminará viviendo la dura realidad del inmigrante y trabajando de recepcionista en el hotel donde vive Morel. A caballo entre Barcelona, París y Portbou, los tres personajes se ven enredados en un crimen grotesco e incomprensible que todos tratan de resolver pero que sólo uno de ellos ha cometido.
Por otra parte, la investigación del crimen se convierte, también, a través de la mirada de Xavier, en una búsqueda más amplia acerca de la condición del escritor. Investigación que termina uniendo la caída en la locura de Gregorio Morel, y su acto de desaparición, con el descenso a los infiernos de Roberto Marcos y, todo ello, con el crimen, que se dibuja como la verdadera síntesis de la naturaleza del escritor.
Poco a poco, la sombra de Morel se irá desvaneciendo al igual que su imagen y dando lugar a la multiplicación de pistas, enigmas y dobles que le irán señalando a Xavier la naturaleza del crimen que se trata de descifrar, entre la literatura y la repetición de un pasado que persigue al poeta -el asesinato presuntamente cometido por su abuelo en la época inmediatamente posterior a la Guerra Civil- y que conducirá a los tres personajes a una aldea gallega que el narrador bautiza como Comala, donde se desenredarán todos los hilos de esta historia. Una ficción, desde luego, en la que el protagonista, en su pérdida de presencia, se cobija en la escritura de una novela en la que se narra la verdadera historia del crimen cometido: Sobrevivir a Comala.
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