DAVID MONNET, aprovechando unos días de descanso en Roma, se encuentra admirando los frescos de Miguel Angel en la Capilla Sixtina, de los museos del Vaticano. Cuando, a escasos metros de donde se halla, un hombre de origen árabe, se desploma y muere producto de una herida en el cuello. Pocos minutos más tarde, su amigo: el monje André Delacroix, le llama al móvil. ?El Santo Padre requiere tus servicios? dice. A partir de aquel instante la apacible existencia de Monnet, en la ciudad eterna, se convierte en una auténtica pesadilla, donde su vida y la paz mundial corren un grave peligro.