El sargento de la guardia civil, Cipriano Galindo inicia con cautela la investigación, sin descartar ninguna hipótesis. Sus pesquisas le llevarán a hablar con padres, profesores y alumnos, momento que el autor aprovechará para reflexionar sobre el bullying, sobre cómo la culpa no deber recaer exclusivamente en los matones, sino en todo aquel que ve y calla, que no denuncia la situación o, simplemente la deja pasar.