Siervos medievales presenta una realidad social poco estudiada hasta ahora por la historiografía medievalista: la vasta extensión de la dependencia campesina de carácter servil en el norte de la Península y, en especial, en Aragón y Navarra, durante los siglos XI al XIII. Indaga la experiencia vital de los siervos, las características de la reproducción social de las familias serviles y la dinámica de la dominación ejercida por los señores. Muestra la ambigüedad de los estatutos, del deshonor que pesaba sobre los siervos y las características de la resistencia campesina. El análisis comparativo de la evolución de la servidumbre en Navarra, Aragón y Cataluña subraya la decisiva importancia del Estado en la dinámica social.