En noviembre de 1939, una mujer camina hacia Gobernación Civil de Valencia con una tartera de cinc llena de lentejas aguadas. Su hija, María Pérez Lacruz, más conocida como la Jabilna, con tan solo veinte años se encuentra embarazada y detenida. A pesar de todo su sufirmiento, su madre solo lamenta que se fuera a la guerra vestida de hombre y con ideas de hombre, detrás de un libertario de poco fiar que la ha alejado del novio que le convenía.
María, una joven anarquista que creció en el Puerto de Sagunto, ya desde niña se rebelaba contra la injusticia y, al estallar la guerra, no dudó en alistarse para luchar en la doble batalla a la que se enfrentarían las mujeres de su época. La contienda pondría a prueba su vida, sus ideales y su corazón dividido entre dos hombres que la aman de forma distinta. Sin embargo, ella se propuso salir adelante a pesar de todo y pelear como ella entendía que lo hacían las mujeres libres.