Muy pocos jóvenes escritores han conseguido aunar con acierto el mundo de las emociones cotidianas con la variedad estilística, el rigor formal y la profundidad de pensamiento como Luis Vicente de Aguinaga. Con la nostalgia deliberadamente vuelta ironía de quien se enfrenta al tempus fugit, el poeta advierte que la memoria, convertida en experiencia, puede llegar a ser, también, confesión. En los poemas de Aguinaga no importa lo que el poeta nos ha querido decir sino lo que el poeta nos ha obligado a oír.