La conoces perfectamente, la conoces tanto que puede que seas tú. Sheila es bastante mona (su madre dice que es guapísima), no le falta alguien con quien salir de vez en cuando y su mejor amiga es más alta y más flaca que ella. Sheila no piensa demasiado en el futuro, porque para ella el futuro es eso, futuro; hasta que de pronto se da cuenta de que tiene treinta años y todavía sigue soltera. Sheila intentará resolverlo, claro que lo intentará, pero resultará que el presunto novio o es gay o que quien en realidad le gusta es su mejor amiga, o que solo busca compartir el alquiler.
Las decepciones se transforman en desesperación y, en un momento de lucidez, Sheila toma una decisión: suicidarse. Pero antes de hacerlo, decide poner sus cosas en orden y escribir una larga nota explicándolo todo.
Décadas después de su publicación Sheila Levine está muerta y vive en Nueva York continúa siendo la nota de suicidio más divertida que se haya escrito nunca. Su retrato de una treintañera neoyorquina intentando conciliar sus aspiraciones con el mundo real sigue teniendo tanta vida como cuando se publicó por primera vez.