En el año dedicado por la Iglesia a la Palabra, este volumen una especie de testamento espiritual de la autora quiere ofrecer a la comunidad cristiana la aportación específica de la «espiritualidad de la unidad».
«Poner a Dios en el primer lugar de nuestra vida requiere que pongamos su Palabra, su voluntad por encima de todo lo demás.
Ante ella, cualquier otra cosa debe ser en cierto modo indiferente, con esa santa indiferencia de la que hablan algunos santos.
En nuestra vida no debe ser tan importante estar sanos o enfermos, estudiar o servir, dormir o rezar, vivir o morir. Lo importante es vivir la Palabra, ser Palabra viva»