Cuando un ser humano se da cuenta de la actividad de sus propios pensamientos y ve la división entre el pensador y el pensamiento, entre el observador y lo observado y entre el experimentador y la experiencia, descubre que toda esta división es una ilusión. Solo entonces puede darse una observación pura, la cual consiste en percibir sin que intervenga el pasado o el tiempo. Esta percepción sin tiempo produce una mutación radical y profunda en la mente.
Krishnamurti, El núcleo de la enseñanza