Decide entonces, en compañía de Vinícus, su fiel chófer, recorrer el humilde barrio en el que nació. Esa tarde que en principio no era más que la inocente y nostálgica visita de un triunfador a sus orígenes, se convirtió en la ocasión para una transformación radical en su vida. El Sr. Renán conoce a la señora Bienvenida que le replanteará toda su escala de valores y plantará en su corazón la semilla de Dios, la única riqueza eterna e inmutable.