En general prefirió siempre las formas breves e incluso brevísimas; por la necesidad de escribir y publicar con regularidad y para sacarse de la cabeza, lo más rápidamente posible, un torrente de palabras e ideas. Los microrrelatos, que hoy gozan de un nuevo prestigio, llenan muchos libros de su extensa biblioteca. Los llamó trampantojos, gollerías, disparates, fantasmagorías; y fueron también relatos las primeras greguerías.
Aunque el nombre «caprichos» es anterior a su uso por Goya, que lo popularizó en su famosa serie de grabados, los caprichos de Ramón beben de los sueños pesadillescos del artista aragonés. La última edición de caprichos publicada en vida de Ramón recoge hasta 376 relatos. Para la nuestra hemos seleccionado 50, que ofrecemos a los lectores acompañados por las ilustraciones de Alfredo (Agüeria, Asturias, 1933), maravilloso dibujante que, como Ramón, ha hecho universal su nombre familiar. Y que, también como Ramón, es un autor castizo y al mismo tiempo cosmopolita; lo cual conviene a estas historias que se desenvuelven en un terreno fronterizo, ya que, como dice el biografista en su libro sobre Goya, a quien considera el primer humorista español, «el humorismo es aquello en que se mezcla la credulidad y la incredulidad, lo trágico y lo cómico, la vida y la muerte, (...) todos los polos contradictorios».