Argumento de Secularirismo o Secularidad ?. el Conflicto Entre el Poder P
Actualmente, en la sociedad española hay ciudadanos creyentes y miembros de la jerarquía católica que se muestran alarmados por el anticlericalismo y una actitud antirreligiosa que parecen ir "in crescendo", y que dicen que se constató en algunos planteamientos del Gobierno de la primera legislatura de Rodríguez Zapatero, en algunas declaraciones de ciertos miembros de la clase política en medios de comunicación social más o menos afines al partido en el poder, en el mundo del cine y de los espectáculos, etc.
Lo que parece cuestionable y rechazable es tanto la intolerancia de los fundamentalismos religiosos como un cierto laicismo soterrado o abiertamente hostil, pues ambas posturas olvidan un principio fundamental del sistema democrático. Dicho principio es que el Estado debe ser neutral en la configuración ideológica de la sociedad. El Estado no debe hacer lo que le corresponde a los diversos grupos sociales. Y ello por la sencilla razón de que la sociedad es más que el Estado. Por lo tanto, la primera no puede ser modelada únicamente por el segundo. Esto sería sencillamente totalitarismo, algo que todos deberíamos rechazar abiertamente tras las tristes y dramáticas experiencias del siglo pasado. El Estado, por medio de sus instituciones, debe ser solo un servidor de la sociedad, en el que ella delega una serie de funciones y ordenamientos básicos y fundamentales. Ahora bien, si no respetamos la autonomía de la sociedad civil, socavamos los cimientos de la democracia, que es, en la actualidad, la única forma de vivir con dignidad en sociedad. El poder político no puede pretender a priori que la sociedad española se identifique con el laicismo. De ese modo se arrogaría ilegítimamente el privilegio de decidir lo que debe ser nuestra sociedad. Esto no es procedente, pues ni el Estado ni ninguna institución religiosa pueden definir a priori lo que ha de ser la sociedad civil. Esta última será lo que quiera ser, fruto del libre juego de las conciencias y las libertades, que alumbrarán acuerdos y consensos en los diversos niveles que la constituyen.
Las reflexiones de esta obra estarán iluminadas por algunas aportaciones de las ciencias humanas (sociología y psicología), de la antropología filosófica, así como por un discurso ontológico y ético-jurídico, y por el de una teología moral hoy forzosamente abierta a nuevos e ineludibles retos.0