Arturo despertó en otro lugar, una luz vaporosa cubría la extraña habitación donde estaba, cerca de él se movían varias personas.
Eran altos, y muy delgados, eran los seres más delgados que había visto nunca, sus cuerpos eran como troncos, y sus brazos y piernas como alargadas ramas, nada parecido a las imágenes que había visto sobre seres extraterrestres. Lo más llamativo de su rostro eran esas pupilas brillantes como neón, un neón amarillo o verdoso aquel lugar parecía un gran salón de paredes fosforescente