Él siempre conseguía todo lo que deseaba...
Había algo muy apetecible y Chase sabía que no figuraba en la carta de su restaurante. Su nueva vecina, Jessica, era tan deliciosa como los postres que preparaba. Tanto, que a Chase le resultaba difícil concentrarse en algo que no fuera la curva de sus labios. Jessica no podía negar el deseo que se respiraba en el aire cada vez que estaban juntos, pero tenía un secreto que podría destruir lo que estaba surgiendo entre ellos. Sin embargo, sus buenas intenciones flaqueaban cuando se enfrentaba al calor que desprendía su mirada.