Se mujer para tu marido: ?Klaus, sencillo, apasionado y flexible; ella, fría, déspota y orgullosa?
Sólo eso los separaba, y la falta de cariño en Klaus, que se fue muriendo, ella lo sabía bien, a fuerza de la elegante frialdad de su esposa.
De ella.
?Di, Klaus ?murmuró Ingrid, deteniendo sus pensamientos y no sabiendo explicarlos, aunque lo pretendiera.
Porque de haber sabido, ella hubiera detenido la catástrofe matrimonial. Le hubiera dicho? Pero no era fácil decirle nada a Klaus. Ya no.
A fuerza de vivir dentro de su tesitura, de su sempiterna elegancia, de su inconmensurable distinción, había llegado a ser para Klaus, sin querer, por supuesto, sin poderlo evitar, una extraña y de hecho para ella Klaus era casi un forastero.?