El tema no podría ser más apropiado para abordarlo precisamente en la ciudad de Santiago, referencia de una Europa abierta y dinámica que tiene en el Camino del Apóstol uno de sus elementos vertebradores. En efecto se trata de un recorrido por el camino jacobeo y su realidad histórica en la época en que vivió Santa Brígida, la santa sueca por antonomasia, que, como una romera más peregrinó al sepulcro de Santiago. Con su personalidad, tenemos un claro ejemplo, un caso precoz, de un conocimiento que es propiciado por la corriente cultural más poderosa de la Europa de aquel tiempo y que culmina en una ciudad que era de las más cosmopolitas de su tiempo, originada y construida sobre el más universal de los valores: la religión.