Todos los peregrinos, en algún momento de nuestro camino, nos hemos formado una idea de cómo puede ser Santuario, ese lugar que esperamos encontrar en su recorrido, pero cuando van pasando las jornadas y no lo hallamos, llegamos a pensar que se trata de una utopía fruto únicamente de nuestra imaginación.
Pero después de muchos caminos y de muchas estancias como hospitalero en algunos albergues del camino, cuando casi había perdido la esperanza de poder encontrarlo, al fin he llegado a estar en él.
Puedo asegurar que hay todavía bastantes Santuarios en los caminos, son como islas muy pequeñas en un enorme océano y cuando las buscamos, sobre todo si sabemos como buscarlas, conseguimos dar con estos emblemáticos y mágicos lugares y la utopía se convierte entonces en realidad.
Podemos comprobar como los peregrinos que se alojan en estos Santuarios, son esas personas especiales que estaban elegidas para llegar a estos lugares en los que se respira ese espíritu que emana del camino, porque esa energía positiva que van dejando los peregrinos no se llega nunca a perder, solo se va transformando para inundar a quiénes saben y consiguen percibirla.
Cuando un peregrino llega a Santuario, y al día siguiente lo abandona, ya no es la misma persona; ha experimentado ese cambio que en ocasiones suele producir el camino y que algunos peregrinos han tenido la fortuna de sentir.