Sobre el nítido y vasto fondo de Río, revive toda una historia de amor adolescente ?tempestad de precoces pasiones procaces? en una remota localidad del Brasil campesino. En un presente áspero, desolado y desnudo, se inscribe un pasado perdido, una edad irremediable y áurea, la estación del deseo destructor que corroe e inflama cuerpo y mente. Pero, al hilo del relato, se abren fisuras, interrogaciones, resquicios súbitos, espacios encendidos: algo no encaja, algo, desasosegadoramente, vulnera el tiempo del idilio, quebranta el resplandor arcádico de la estampa. El verdadero tema del libro aparece entonces: Sangre de amor correspondido trata de los disfraces, transfiguraciones y metáforas con los que el recuerdo, como una calcomanía desvaída al desteñirse, cubre y descubre alternativamente los repliegues de la memoria consciente. Así, el relato, celebración del hedonismo inseguro y febril de la adolescencia, es también, y quizá ante todo, elegía por una adolescencia que acaso no fue, y radiografía implacable de las ficciones que el adulto interpone entre su presente y su pasado. Lo real y lo ficticio, impugnándose y ?secretamente? complementándose, reconstruyen, en Sangre de amor correspondido, un cuadro a la vez conmovedor y cruel de la soledad humana y el impulso amoroso desde el cercado capsular de la conciencia.