Para ahondar las raíces de la cultura cristiana de la Vieja Europa, nada más acertado que echar a caminar en pos de esos ilustres maestros que nos precedieron. Su obra no es solo digna de alabanza en el pasado, sino inspiradora de actitudes y estilos que sigan haciendo amable la verdad en todos los ámbitos de nuestro tiempo. A su título de Santo, se añade el de Doctor de la Iglesia, y Patrono de los periodistas y comunicadores cristianos.