Mayormente conocido por su faceta musical como compositor, director de coro y organista a la que dedicó en gran medida su actividad profesional, desde temprana edad se asoma también Barja hacia la poesía, en la que deja muestras de una gran calidad literaria, como lo prueba el poema "Anclado dentro", escrito como despedida del Colegio El Espino donde cursó Bachillerato.
Los Salmos de la meseta fueron publicados, en forma de serie en el suplemento Filandón del Diario de León.
Tras una vida llena de trabajo y viajes siempre dando muestras de una hiperactividad creativa muy acentuada, en el verano de 1986 Ángel Barja acusa los primeros síntomas de una enfermedad que, tras un prolongado y doloroso proceso, acaba con su vida en la madrugada del 12 de febrero de 1987, en la Clínica San Juan de Dios de León.
La meseta se mueve en un tiempo intermedio;
sobre sus lejanías se ha parado la historia.
En la arcilla reseca suenan siglos antiguos;
una legión romana la cubrió de caballos.
El labrador confunde con ella sus arrugas,
a su rostro se suben los surcos de la tierra.
Pesadamente, el mulo tira por el arado;
su piel encallecida no recuerda los prados.
Entre los trigos verdes hay caminos de hierba,
por ellos el rebaño va buscando el ocaso.