La Universidad de Salamanca suministraba juristas perfectamente preparados para la práctica por cuanto en sus au-las se familiarizaban ya con todos los elementos que formaban parte de la realidad jurídica en su tiempo y conocían de qué modo debían acudir a ellos, cómo combinarlos y qué preferencia dar a unos sobre otros. Y que, teniendo en cuenta que la cultura jurídica de entonces era la del ius com-mune, tal instrucción era posible precisamente gracias a que el soporte de la enseñanza, como no podía ser de otro modo, lo constituía el Corpus justinianeo y la doctrina desarrollada en torno a él, una doctrina que per-mitía incorporar el precepto del derecho propio en su lugar oportuno y con el valor que le reconocía el principio de subsidiariedad del derecho común.