Argumento de Sagrada Cripta del Pombo
Pombo es Ramón también.
La antigua botillería y café de Pombo ocupaba el bajo y sótanos de la finca de la calle Carretas esquina a San Ricardo, a espaldas de la Casa de Correos, hoy sede del Gobierno Autónomo de Madrid, en la Puerta del Sol.
Desde 1914 los sábados por la noche el sótano de Pombo se llena de Ramón.
En Prometeo habían aparecido los precursores Diálogos triviales:
"'Qué lástima -pensaba yo-. En la calle hay una verdad mayor, más trituradora que la que yo he escrito en mis cuartillas'. Y me metía en un café y comenzaba un nuevo género.
Así inventé los Diálogos triviales, primer momento de solidaridad con algunos amigos, primera exaltación de nuestras conversaciones de grupo en cafés de paso en los que yo tomaba nota de todo lo que se iba diciendo y después se publicaba tal cual había salido de espontáneo y lenguaraz."
Ramón buscaba un lugar como capilla.
"Necesito Café en que reunirme en día fijo con los míos. Café por decirlo así 'propio' en que tomar confianza con un espacio ajeno pero cerrado a través de los muchos años que pienso vivir dedicado a la faena literaria.
Busco y encuentro Pombo, inmediato a la Puerta del Sol, detrás de su Ministerio de Gobernación, a un paso de todos los tranvías y por tanto propicio a todas las citas."
En el célebre cuadro la tertulia de Pombo, de Solana, aparece Ramón como oficiando la liturgia del sábado ante sus seguidores.
Uno de los contertulios, el estudiante de medicina y luego doctor, Francisco Vega Díaz1, nos cuenta de sus sábados pombianos, desde que en el año 1924 empezara a frecuentar la tertulia y las cenas del sábado (a las 10 de la noche, cuando llegaba Ramón de la Revista de Occidente). Aporta una tarjeta postal remitida por Ramón desde París (con matasellos de 24 de noviembre de 1935), en una de sus ausencias de Pombo2:
"Caballeros de la tertulia pombiana de los sábados. Café Pombo, Carretas, 4"
"Estaré en la tertulia el sábado 29. Abrazos del camarada Ramón Gómez de la Serna"
En cada uno de sus viajes, Ramón busca entre los cafés e intenta reproducir la tertulia de Pombo.
Varias anécdotas nos relata el doctor.
- Una relativa al carácter bondadoso de Ramón y a su sinceridad vehemente; nos cuenta:
"Cuando alguien le dijo una noche con su miajita de mala intención que a Marañón no le gustaba su estilo literario, echóse a reir campanudamente, diciendo con toda honestidad que el fiel de la balanza se inclinaba a su lado, porque a él, contrariamente, le placía el castellano sencillo y puro del doctor: '¡Pesa más, pesa más, mi opinión sobre Marañón que la suya sobre mí, porque siempre pesa más el elogio que la crítica!' "
Cuando Ramón vuelve a España en 1949, visita y reproduce uno de sus sábados pombianos: y (como en su greguería) el pie se le debió quedar como con sabor a sifón.0