Sácame de mis tinieblas: ?Su padre se lo dijo casi desde que nació y ella se lo creyó siempre: «Este imperio será tuyo el día de mañana. Debes estudiar químicas y meterte el negocio en el cerebro.»
No dudó en hacerlo.
En el último año de su carrera y contando tan sólo veintiuno, sabía de aquella empresa casi tanto como cualquier veterano, incluyendo a su padre.
De haber tenido más hermanos hubiera elegido una carrera de letras, pero? era ella sola y conocía perfectamente cuál era su deber.?