Además de reconocer nuestra necesidad biológica, mental y espiritual de contacto con la Naturaleza, también podemos aprender de ella del mismo modo en que aprendemos de un anciano que gracias a su experiencia de vida posee una profunda sabiduría. El retorno a la Naturaleza servirá, no sólo para evitar que ésta pierda sus formas de vida y ambientes frágiles y especiales, sino también para que nosotros mismos evolucionemos como especie hacia un mundo más armónico en todos los sentidos. Esta evolución implicará que nos conozcamos mejor y que profesemos y propiciemos el respeto por el resto de las formas de vida y elementos. Para ello, lo más importante que podemos hacer es volvernos más conscientes y más sabios acerca de lo que ocurre, tanto en nosotros mismos como en nuestro entorno. Y creo que la naturaleza es una poderosa fuente para la evolución de la conciencia y la adquisición de sabiduría.