«Mis Barbies se casaban a los veinte», piensa Moro en el día de su
cumpleaños número veintinueve mientras amasa pizza en su pequeño
departamento del barrio de Almagro. Sus amigos más cercanos, sus padres
y su prima van a cenar a su casa. Conmocionada por la cercanía de los
treinta y preocupada porque aún no tiene pareja estable, Moro se promete
a sí misma que este será el año en el que conocerá al amor de su vida.
Para reforzar su decisión se anota en el gimnasio, cambia su look, como
última y radical medida, abandona a su psicóloga, quien insiste (y
continuará insistiendo) en que ella no está preparada para prescindir de
ese valioso espacio. La buena noticia es que ella no estará sola en este
periplo. Su prima Dana y sus amigos Roy, Lola y Mercedes la acompañarán
en todos estos cambios. Sin embargo, a veces, el desear algo con toda
intensidad no parece condición suficiente para que lo anhelado suceda.
Así, mientras los príncipes se transforman en sapos, los jefes se torna