Año 13 a.C. Gayo Celio, veterano centurión de las guerras cántabras, y sus compañeros de la Cuarta Macedónica reciben a Octavio Augusto en el puerto de la ibérica Barkeno, allá donde el Rubricatus vierte sus enrojecidas aguas. El motivo: la fundación de la colonia Barcino.
El viejo centurión, magistrado de la ciudad, ha contraído matrimonio en extrañas circunstancias con la hija de un poderoso patricio de Tarraco. Lucio Celio, su hijo, es su gran esperanza para obtener gloria y riquezas en Roma.
En la colonia, Barkal, último noble layetano, es consciente de que su cultura está herida de muerte, y vive al estilo romano junto a su hija Garza, fruto de su relación con una misteriosa hechicera.
Cuando las ambiciones familiares y políticas se desbordan, envidias y venganzas ahogan la amistad entre ambos pueblos. Lucio Lug para los layetanos, educado a caballo entre las dos culturas, que ha tenido una venturosa vida en las legiones acantonadas en Egipto y en Germania, vuelve a Barcino tras la muerte de su padre. Allí se reencontrará con Garza. Pero nada le será fácil: la colonia se ha convertido en una pujante ciudad donde Roma impone su ley con mano de hierro a unos indígenas que se resisten a morir.