Ciertamente, hubieran preferido morir en combate que vivir aquella humillación: las ataduras, la reclusión en el destruido castillo de sus adversarios despojados de sus armas... Escapar sería, entonces, la única solución honorable... si no fuera porque esa acción significaría más muerte, más destrucción, mucho más horror.
EL HALCÓN
Cuando murió su padre, en la defensa del castillo del clan MacKillon, juró que haría lo indecible por vengar su muerte y por mantener con vida a los supervivientes de la matanza. Ella es Melantha, y sólo el odio hacia el enemigo MacTier y la resolución de salvaguardar a cualquier precio la unidad del clan han sido capaces de ensombrecer esa dulce belleza que disfraza bajo ropajes de hombre, ese rostro casi infantil que oculta tras un yelmo oxidado: ella es el Halcón, ella será la peor pesadilla del cruel y avaro laird MacTier.
UN GUERRERO IMPLACABLE
Su hija de pocos años murió a causa de las fiebres; su mujer, incapaz de soportar el dolor, puso fin a su vida ingiriendo bayas venenosas. A él sólo le quedaba convertirse en el más formidable guerrero de los MacTier. Sólo así conseguía acallar los recuerdos, soportar el sentimiento de culpa que lo atormentaba día y noche. Por su valor y su fuerza le encomendaron la misión de destruir a la banda de forajidos y capturar al Halcón. Lo que el Laird no podía sospechar es que aún quedaba en su corazón un rincón para el amor, un hueco para el honor, un sentimiento claro de lo que era justo.