Erwin Rommel ha pasado a la historia como uno de los militares más carismáticos de la Segunda Guerra Mundial. Un militar querido por los suyos y que se hizo respetar y admirar por sus adversarios. Un hombre que culminaba sus misiones bélicas con un éxito absolutamente pasmoso.
Esta magistral obra de Sir David Fraser confiere a la carrera de Rommel no sólo la visión de un renombrado historiador y biógrafo, sino también las intuiciones de un distinguido soldado. Nos muestra el estilo de su mando, espontáneo, descuidado y certero; su audacia en las maniobras militares; la ferocidad con la que luchaba y su tenacidad a la hora de alcanzar un objetivo. Estos rasgos que le fueron tan propios lo acompañaron toda su vida, desde su actuación en la Primera Guerra Mundial hasta la emblemática campaña del norte de África en 1941. Alumno aventajado del general Guderian, perfeccionó el movimiento de las divisiones Panzer y mediante acciones relámpago asedió las posiciones aliadas obligando a los generales Scobie y Kopanski a atrincherarse en Tobruk. Allí nació la leyenda de «el zorro del desierto» por su astucia y talento en un territorio tan hostil.
Pero Erwin Rommel, hacia el final de la guerra, alcanzó una posición que lo llevó a verse implicado en política. Acusado de participar en la conjura militar del 20 de julio de 1944 para asesinar a Hitler, tuvo que elegir entre ser enjuiciado como traidor o suicidarse para recibir honores militares. Esta última fue su decisión.