Rocky se aburre mortalmente y ya se sabe: cuando el diablo se aburre, mata moscas con el rabo. Para escapar del tedio, ella y su cobardica y poco resolutivo robot Patoso descienden en barca por el río como Hucleberry Finn, o viajan a los confines del universo a través de un agujero cósmico en el patio trasero de casa. Por supuesto, no harán otra cosa que meterse en problemas, pero para Rocky cada una de estas incursiones en terreno desconocido tiene la dimensión gozosa y alocada del periplo aventurero.
En las páginas de Rocky, aparecidas originalmente entre 1983 y 1986 en la legendaria revista Love & Rockets, y publicadas ahora por primera vez de forma independiente para su edición española, Jaime Hernández (Oxnard, 1959) combina la ciencia ficción pulp con la comedia adolescente para ofrecernos las peripecias frenéticas, absurdas y emocionantes de un personaje olvidado y sin embargo redondo. Al igual que la protagonista de estos fantásticos episodios, Hernández se enfrentó al cómic y a la vida con el mismo espíritu "do it yourself" que acabó definiendo su época, con el ímpetu de un talento desbocado que con los años se iría refinando especialmente en su serie Locas y que aquí, en su juvenil y desenfadada arrogancia, se nos muestra en su momento más libre y vital.