Una novela donde aflora la Maldad, con mayúsculas, intrínseca del ser humano, la falta de escrúpulos y el mínimo sentido de la justicia de la que hace gala nuestra civilización.
Todo comienza con el robo de arte sacro que desata a los demonios en la hermosa ciudad de Mérida: la desaparición de chicas adolescentes, curas asesinados, cenotes que se secan, enfermedades que sólo matan a los blancos, tiroteos a mansalva, robo de petróleo mexicano, narcotráfico político, terrorismo de estado...
Los personajes: Salvador Xiu, un encantador policía yucateco que cree más en un buen plato de cochinita pibil que en demonios apocalípticos; los fanáticos religiosos, El Gran Esperador, Gul y Durga, son muy malos, pero don Ásun, don Diego y don Manolo, los narcotraficantes, son malísimos, los políticos peores, el agente gringo encubierto, Thomas E. Singlenton, es de la piel de Satanás, y ni mencionar a los militares. Todos buscan sus intereses sin fijarse mucho en los medios. Los protagonistas: Alisia, una narco-yuppie y Asier, un ex-terrorista de la ETA, tienen mucho que esconder. Su historia de amor será la de un desgarro que se entrelaza con la historia de la catástrofe de la humanidad. ¿Podrá alguien salvarse en este marasmo de maldad y mentiras?
Escrita en un presente vertiginoso, Río Subterráneo, se incluye, no sin ironía, en el metagénero de las historias sobre el fin del mundo. Esta original propuesta mantiene la atención del lector con giros sorprendentes que no escatiman crueldad y también humor negro.