El Imperio mexica por Carlos Santamarina Novillo (UCM). A principios del siglo XVI, en vísperas de la conquista española, buena parte de Mesoamérica se encontraba bajo el dominio de la más poderosa unidad política prehispánica de la historia, si exceptuamos el tahuantinsuyo incaico. El llamado Imperio azteca, o más bien mexica-tenochca por tener su capital en México-Tenochtitlan, había extendido su dominio hegemónico desde el área central, donde actualmente se encuentra la ciudad de México, hasta regiones adyacentes, como Cuauhnahuac, Matlatzinco (actuales Cuernavaca y Toluca) o la más lejana Oaxaca, y llegó a alcanzar tanto la costa del golfo de México al norte como la costa del Pacífico al sur, y estableció también un emporio en el distante y rico Xoconochco, en la región del istmo de Tehuantepec. Aquel imperio no escatimaba demostraciones de esplendor para impresionar al visitante que se acercaba, de grado o por fuerza, a Tenochtitlan, como pronto podrían atestiguar los mismos españoles. Mapas de Carlos de la Rocha.
El genio militar de Hernán Cortés por Manuel Gracia Rivas (Centro de Estudios Borjanos). Es difícil encontrar un personaje de la talla de Hernán Cortés que haya suscitado pasiones tan encontradas y un rechazo tan contundente en la nación que contribuyó a crear y en cuya capital reposan sus restos casi olvidados. Pero si las razones que impulsaron este proceder pueden resultar comprensibles desde la óptica de quienes hicieron posible la independencia de lo que él llamó Nueva España, más sorprendentes resultan las reticencias que su persona despertó en la corte española e, incluso, los limitados honores que recibió en comparación con otros conquistadores. Mapas de Carlos de la Rocha.
La batalla de Otumba por Miguel Ángel Cerón (FES Acatlán UNAM- Universidad del Claustro de Sor Juana). Uno de los enfrentamientos más extraordinarios previos a la conquista de México-Tenochtitlan fue la llamada batalla de Otumba. En aquel encuentro, el numeroso ejército de la Triple Alianza, integrado por guerreros de Tetzoco, Tlacopan y Tenochtitlan, estuvo a punto de acabar con el conquistador Hernán Cortés y sus reducidas huestes, quienes guiados por sus aliados tlaxcaltecas huían desesperados de la gran urbe de los mexicas tras la Noche Triste. Muchos de los que escapaban iban heridos, el hambre y el desánimo eran generalizados, pero en un hecho sin precedentes, Cortés pudo salir victorioso y llevar a sus hombres a la ciudad aliada de Tlaxcala, desde donde organizaría la conquista de México-Tenochtitlan. Ilustraciones de Ángel García Pinto, mapas de Carlos de la Rocha.
Asedio y toma de Tenochtitlán: una operación anfibia por Agustín Ramón Rodríguez González (RAH). Tras su triunfo en Otumba, Cortés planificó metódicamente el asedio de la capital y plaza fuerte de los aztecas en una campaña con pocos parangones en la historia, que demostró de nuevo sus cualidades de organizador, líder y estratega, así como su valor personal. También cometió errores y además el enemigo, pese a su inferioridad tecnológica, seguía siendo temible y estaba decidido a la lucha. Esta fue, por tanto, muy dura y larga, en un escenario terrestre y acuático que favorecía especialmente a la defensa y planteaba retos inéditos a los atacantes. Ilustraciones de Rocío Espín Piñar, mapas de Carlos de la Rocha.
Los aliados de Cortés por Marco A. Cervera Obregón (FES Acatlán UNAM Centro Universitario de Integración Humanística). Uno de los temas menos estudiados alrededor de la conquista de México es el de la participación de los diferentes grupos indígenas que se aliaron con Cortés durante dicho conflicto. Sin embargo, sabemos de la situación de opresión de muchas de estas sociedades bajo el Imperio mexica y de sus posibles motivos para unirse a la expedición de los hispanos. Mapas de Carlos de la Rocha.
El armamento hispano-mexica por Marco Antonio Cervera Obregón (FES Acatlán UNAM Centro Universitario de Integración Humanística). Resulta interesante que de una etapa de la historia hispano-mexicana tan corta como lo fue la conquista de México (de 1519 a 1521) se haya escrito tanto en ambas latitudes del planeta, sobresaliendo las publicaciones de diversos investigadores como son Hugh Thomas, Miguel León Portilla, José Luis Martínez o Ross Hassig, solo por citar algunos. Pese a esta interesante y ya conocida historia, el tema dedicado a las tácticas militares y los sistemas de armamento de dicho periodo ha sido muy poco tratado y lleva consigo una serie de mitos que es necesario eliminar. Ilustraciones de José Luis García Morán.
De vencidos y vencedores. La perspectiva indígena de la Conquista de México por Angélica Baena Ramírez (Universidad Nacional Autónoma de México). Son ampliamente conocidas las hazañas que Hernán Cortés y sus hombres tuvieron que emprender para lograr la Conquista de México. El mismo Cortés y algunos de sus soldados nos legaron una amplia documentación acerca de las alianzas políticas que hicieron con los pueblos indígenas enemigos de los mexicas, las estrategias militares que tuvieron que realizar para adaptarse a un tipo de combate distinto al que conocían, las penurias que atravesaron y las proezas en el campo de batalla que tuvieron que emprender para lograr tan ansiado objetivo. Pese a la riqueza y el valor de las fuentes españolas sobre este tema, es indispensable comprender cómo los indígenas vivieron e interpretaron este trascendental hecho histórico, que marcará el final del devenir independiente de las culturas mesoamericanas que, por más de tres milenios, se habían desarrollado sin ninguna clase contacto con la cultura Occidental.
Guerra, unidad y nación. Las bases fundacionales del Reich alemán por Frank Lorenz Müller (University of St Andrews). La constitución de un Reich alemán, unido por el fervor nacionalista bajo la hegemonía de la Monaquía prusiana, parece ser el objetivo último de la estrategia política de Otto von Bismarck, hacia el que se encaminó de forma metódica e implacable. Solo faltaba añadir un elemento en la ecuación: la guerra. Ya fratricida frente al Imperio austriaco, ya contra el enemigo hereditario francés, si la guerra era el precio de la Unificación Alemana, en Canciller de Hierro lo pagaría gustoso. Mapas de Carlos de la Rocha.