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Revista Desperta Ferro. Contemporánea, Nº 12, Año 2015. la Batalla del Atlántico

Autor:Revista Desperta Ferro;
Categoría:Historia
ISBN: 977234088200400012
Desperta Ferro Ediciones SLNE nos ofrece Revista Desperta Ferro. Contemporánea, Nº 12, Año 2015. la Batalla del Atlántico en español, disponible en nuestra tienda desde el 30 de Octubre del 2015. Amplia tus conocimientos con este libro de ciencias humanas, perfectamente adaptado para todos los lectores por su cuidado contenido. Este libro (1ª ed., 1ª imp.).
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Encuadernación: Rústica1La estrategia alemana y el programa de construcción naval por Michael Epkenhans (Militärgeschichtliches Forschungsamt). Al estallar la Segunda Guerra Mundial con el ataque alemán a Polonia el 1 de septiembre de 1939, la Kriegsmarine se encontraba en una posición muy difícil ya que, pese a haberse sacudido todas las restricciones del Tratado de Versalles de 1919, el desarrollo de la flota no había hecho más que empezar. No es sorprendente que, dada la ausencia de una poderosa flota de superficie, los submarinos fueran la espina dorsal de la guerra en el Atlántico desde el comienzo mismo del conflicto. Posteriormente, y al igual que los acorazados de bolsillo, todos los submarinos se iban a desplegar en el Atlántico norte.
La batalla del Atlántico desde un comité: guerra económica y estrategia británica por Christopher Bell (Dalhousie University). Para Winston Churchill, la batalla del Atlántico nunca fue solo una cuestión de obtener la superioridad táctica sobre los submarinos alemanes, por deseable que fuera, sino que, desde su punto de vista, el reto principal fue asegurar un nivel óptimo de importaciones al Reino Unido comprometiendo el mínimo de recursos de la Royal Navy y del Mando Costero de la Royal Air Force, encargado del apoyo aéreo a los convoyes. En consecuencia, estuvo dispuesto a sufrir más pérdidas de buques si con ello podía liberar recursos para propósitos ofensivos, como el envío de fuerzas terrestres al norte de África o la campaña de bombardeo estratégico contra Alemania. Pero su compromiso en 1942 con una gran estrategia que primara el bombardeo estratégico sobre la protección del comercio fue tan temeraria como errónea, no tanto por su inclinación a poner en riesgo la marina británica, sino porque al hacerlo impulsó una ofensiva aérea estratégica que entre 1941 y 1943 no contribuyó demasiado a debilitar a Alemania. Sin embargo, en otros aspectos las estimaciones de Churchill resultaron acertadas. El Reino Unido fue capaz de soportar unas pérdidas de barcos muy numerosas y se pudieron redirigir a tiempo los recursos para evitar una derrota decisiva en el mar.
Del ASDIC al FIDO: el desarrollo tecnológico aliado en la batalla del Atlántico por Roberto Muñoz Bolaños (Instituto Universitario General Gutiérrez Mellado). La batalla del Atlántico fue librada por las tres naciones tecnológicamente más avanzadas del mundo, como demostraba su primacía en el símbolo de la excelencia académica y científica: los premios Nobel, monopolizados por alemanes, británicos y norteamericanos. Esta excelencia científica se trasladó al campo militar y durante cerca de seis años los tres países fueron capaces de innovar y modernizar sus equipos militares para imponerse a sus adversarios. En esta competición, los británicos y en menor medida, los norteamericanos, demostraron una capacidad única para hacer frente a las adversidades, desarrollando toda una serie de equipos de detección y armas que al final terminaron derrotando a sus adversarios. Así, a partir de 1943, un bombardero Sunderland equipado con radar, sistema HF-DF, Leigh Light y torpedos FIDO era un sistema de armas frente al cual los alemanes no tenían respuesta.
Auge y caída de las bases atlánticas alemanas de submarinos por Lars Hellwinkel. Después del hundimiento de la flota imperial en 1919 en la bahía de Scapa Flow, el Almirantazgo alemán buscó una respuesta al evidente fracaso de la campaña naval durante la Primera Guerra Mundial y llegó a la conclusión de que empeñarse en el empleo de grandes buques era erróneo para pasar a debatir intensamente a partir de 1925 el empleo de fuerzas navales ligeras. Esta nueva orientación se basó en un memorando sobre la nueva estrategia naval alemana publicado por el vicealmirante Wolfgang Wegener, quien llegó a la conclusión de que la Marina imperial tendría que hacerse desde el principio de la guerra con un puerto de la costa atlántica, preferiblemente el puerto francés de Brest, en vez de permanecer a la expectativa en un rincón perdido del mar del Norte.
El “mayo negro”: la derrota de los submarinos por Duncan Redford (University of Portsmouth). Después de que amainaran los violentos combates de la segunda mitad de marzo de 1943 ambos bandos tomaron aliento y sopesaron sus pérdidas y sus éxitos. A lo largo del mes habían sido hundidos un total de 77 mercantes británicos, aliados y neutrales que viajaban en convoy, mientras que solo habían caído tres submarinos a cambio de las pérdidas sufridas en los cuatro convoyes citados. Para algunos en el Reino Unido, hubo un “auténtico peligro de que el enemigo lograra el objetivo de cortar la ruta que unía Gran Bretaña con el continente norteamericano”. Sin embargo, los que estuvieron más próximos al pulso de la batalla, tenían un punto de vista diferente. El 24 de mayo Dönitz ordenó la retirada de los submarinos del Atlántico norte hacia áreas que pudieran estar menos defendidas. En total, 41 submarinos habían sido hundidos en mayo de 1943, más del doble que en el peor de los meses anteriores. Habían sido derrotados.
Freikorps Dönitz: vida diaria e ideología del cuerpo de submarinos por Keith W. Bird. Pocos aspectos de la Segunda Guerra Mundial han recibido tanta atención como la guerra submarina alemana. Los centenares de libros, incluyendo memorias y testimonios de los comandantes y sus tripulaciones, atestiguan la fascinación internacional por los “lobos grises” y por el “gran león”, su líder el Groadmiral Karl Dönitz. Sus “leones” mantuvieron fervientemente la lealtad incuestionable a su líder durante y después de la guerra, forjada en una lucha desesperada en la que perdieron la vida cerca de 30 000 operadores (Fahrer) de submarino –una tasa de bajas que superó el 60%– y en la que se perdió el 88% de los submarinos operativos –757 de 859–.
Hunter-Killer: Operaciones cazasubmarinos, 1939-1945 por Marc Milner (University of New Brunswick). Dos portaaviones de la Royal Navy zarparon el 14 de septiembre de 1939 para cazar submarinos al sudoeste de Irlanda, pero pronto se convirtieron en las presas cuando el HMS Ark Royal a punto estuvo de ser alcanzado por los torpedos del U-39 –eliminado posteriormente por la escolta del portaaviones– y el HMS Courageous, menos afortunado, fue hundido por el U-29. Las lecciones de este primer conato de operación de cazasubmarinos (Hunter-Killer) quedaron claras: la Royal Navy carecía en 1939 de la habilidad, el equipo y la inteligencia táctica necesarios para dar caza y hundir a los U-Boote. Otra lección fue que el mejor lugar para eliminar submarinos era cerca de sus presas, de modo que durante la mayor parte de la guerra los aliados reforzaron las escoltas próximas a los convoyes y trataron de hundirlos cuando aparecían para atacar, pero las auténticas operaciones cazasubmarinos tendrían que esperar hasta 1943 cuando los aliados por fin obtuvieron los medios para localizar y hundir submarinos.
Y además, introduciendo el n.º 13, Spencer Cosby, agregado militar norteamericano en Verdún por Michael S. Neiberg (U. S. Army War College). El centenario de Verdún debería ser una oportunidad para reexaminar la batalla de Verdún y separar el mito de la realidad. Alistair Horne prestó un gran servicio al hacerla accesible para muchas generaciones, pero ha pasado el tiempo suficiente como para volver a las fuentes originales y actualizar lo que una vez creímos que sabíamos. Recientemente, expertos como Paul Jankowski y Robert Foley han hecho precisamente eso y ahora podemos añadir a ese retrato las anotaciones de un observador estadounidense neutral y muy bien informado como el coronel Spencer Cosby. Gracias al agregado militar estadounidense en Francia entre 1914 y 1917, hoy somos capaces de cuestionar, o al menos aportar matices de relieve, a esos mitos recurrentes.
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