El ocio ya no «tiene lugar» en la ciudad sino que «hace ciudad». Una ciudad no puede ser entendida (y planificada) como un mero contenedor de prácticas y eventos de ocio; de igual modo, no se puede entender el concepto contemporáneo de ocio si se olvida su potencial transformador del espacio público urbano convirtiéndolo en un proveedor de experiencias. La incuestionable relevancia política del ocio deriva de algo más serio, algo que este libro defiende con estilos y herramientas muy distintos, y a través de temas realmente variados. Sus páginas evidencian, sin lugar a dudas, que el ocio es uno de los principales arquitectos de la ciudad contemporánea.