El movimiento representado por esta teoría de la gnosis moderna cumple, como escribe Kelsen en la «Conclusión» de este libro, una función social e histórica muy precisa: «Provocado por la inestabilidad social que ha seguido a dos guerras mundiales, la Revolución rusa y el establecimiento del comunismo en grandes regiones del mundo, este movimiento pretende un retorno de la religión a la política, y de la teología a la ciencia. Pues se asume que solo mediante este retorno, y esto significa: mediante la convicción de que el orden social democrático-capitalista preservado en el hemisferio occidental se corresponde con la voluntad de una autoridad trascendente y, por tanto, absoluta, puede quedar dicho orden absolutamente justificado en su conflicto con el comunismo». Pero, según Kelsen, la ciencia, en cuanto conocimiento racional y objetivo de la realidad empírica, solo puede describir y explicar, no justificar ningún sistema social o político. Como tampoco puede la democracia sustentarse en un valor absoluto, más allá de la relatividad de los valores contenidos en la experiencia humana.