Relatos olvidables transita, con una irónica lectura de la realidad, el camino despiadado entre la tragedia, la locura y hasta las penas de amor. La escritura de Bugallo queda supeditada a la forma de narrar y al fluir de los eventos contados. Los puntos finales son casi inexistentes porque la vorágine a la que invita el autor es cruel. Con un ritmo continuo, constante, ágil y creativo, demanda la atención del lector que se encontrará en el asombro casi inexorable de los finales. Tanto en En la ruta hay un gato como en el resto de los relatos, la poesía es inherente al texto y el ritmo acompasa el latir desesperante de las tramas, que lejos de ser olvidables, interpelarán al lector y provocarán el rumiar constante de cada ficción leída.