Diría que este hombre nos ofrece una literatura fresca, sin formalismos académicos, fácil de interpretar y distendida, por lo que entiendo que quien tenga la osadía de adquirir este ejemplar no quedará defraudado.
En esta obra suya, como en todas las que tuve la primacía de leer, me sorprendió. Me parece mentira que un hombre que se desenvuelve en temas profesionales tan distantes de la literatura, que no tuvo la oportunidad de estudiar en las cátedras de las lenguas, tenga el sentido que posee ordenando los temas de sus obras.
F. J. Ubani, como todos los noveles, tuvo prisa por publicar, y lo hizo. Se editaron cien ejemplares de cada una de sus obras y las costeó con su precaria economía; sin corregir y sin que ningún medio le conociera, publicó en silencio. Él pensó que sacar una obra literaria a la calle sólo era eso, ponerla al alcance de los lectores. Se equivocó.
A quien ojee esta contraportada le daré un dato significativo: sus obras escritas suman más de una veintena y abarcan desde literatura infantil y juvenil, con cuentos como Josué y Pyky en la Isla Rosada, pasando por Soplo y Soplillo, Laura, la hojita curiosa, hasta novelas eróticas, relatos cortos, cuentos para adultos y otras más. Todas terminadas. Solamente queda que su correctora continúe trabajando y pronto tendremos un amplio abanico de temas suyos con los que poder disfrutar.
La publicación de este ejemplar ha sido posible gracias a que un buen amigo la ha financiado en parte. Cuando quise disuadirle de la publicación de esta obra, me contestó.
Te diré una cosa que aprendí de niño: de cobardes no hay nada escrito; de valientes, los cementerios están llenos. Jamás fui cobarde.