Ella era sencilla... y virgen. Pero tenía unas piernas impresionantes... CJ Maxey no entendía cómo había dejado que la convencieran para presentarse al concurso de belleza de su pueblo. Y sobre todo, no sabía cómo iba a soportar al guapísimo y mujeriego Clint Garrett, el periodista que debía acompañarla a todos lados. CJ había conseguido despertar la curiosidad de Clint con su afilada lengua y sus ardientes ojos azules. Era el encanto... y el peligro disfrazados de mujer. Su desconcertante belleza estaba volviéndolo loco de deseo, pero lo más aterrador era que él sólo pensaba en cuidar de ella.